sábado, 14 de marzo de 2020

La Primera Guerra Mundial . Algunas miradas.

VIVENCIAS Crónicas del frente El relato de la guerra
El Mundo.es
EVA DÍAZ PÉREZ (*)
 Los escritores que viajaron al frente y los periodistas como corresponsales destacados narraron el conflicto a los españoles en audaces y trepidantes crónicas a un país que pese a su neutralidad se dividió en dos bandos ¿Cómo se contó la guerra en un país que no la sufrió, al menos de manera directa? 
Aunque se trata de un material muy disperso, con obras que no se han publicado desde hace décadas u olvidadas en las hemerotecas, los escritores y periodistas españoles dedicaron páginas memorables a estas batallas. Se implicaron emocionalmente pero el distanciamiento fruto de la neutralidad permitió que sus textos contuvieran oportunas reflexiones, lucidez y un fondo de análisis y pensamiento sobre lo que estaba significando este acontecimiento histórico. 

 Las mujeres también fueron claves...

Un caso llamativo y muy brillante es el de la escritora y periodista Carmen de Burgos, española, conocida como 'Colombine', primera mujer que tuvo columna propia en un periódico, el 'Diario Universal', y la primera que informa sobre un conflicto como ocurrió con la guerra de Marruecos en 1909. La guerra le sorprende en un viaje por Europa en el que incluía en un itinerario por Rusia, Alemania, Dinamarca y los países escandinavos donde tenía previsto ver el sol de medianoche. En Sassnitz, al nordeste de Alemania, un hombre la acusa de ser una espía rusa y la gente amenaza con lincharla igual que le ocurriría días más tarde en Hamburgo. Las columnas que envía a 'El Heraldo' tienen un marcado tono antibelicista, aunque se confiesa aliadófila. Carmen de Burgos, más que la crónica de la batalla, la estrategia militar o el frío porcentaje de la guerra, se detiene en los detalles emocionales que explican mucho más sobre la gran tragedia. 
En el artículo 'Las violetas de Verdún' cuenta cómo es la primavera en uno de los frentes de batalla más atroces, auténtica carnicería que simboliza la Gran Guerra. En las trincheras de Verdún, los soldados meten violetas en los sobres de sus cartas, violetas «cogidas en primera línea de fuego». 
En un segundo viaje, que realiza entre diciembre de 1916 y 1917 junto a su compañero de entonces, Ramón Gómez de la Serna, reside en un París oscuro, acechado por la guerra. No fue sólo en los periódicos donde narró este terrible conflicto. Algunas de sus novelas están ambientadas en los escenarios de la guerra europea. En 'El desconocido' describe la llegada a la Gare de Lyon de los heridos con una escena que se convertiría en icono de esta guerra: la de los hombres mutilados como nunca antes se había visto. En el capítulo titulado 'Los hombres tronco' afirma: «No tenían piernas ni brazos, y algunos estaban además ciegos y mudos. ¿Eran hombres siquiera? ¿Eran aún seres humanos como los otros? Se sabía que pensaban por los signos de dolor, sin que pudieran manifestar su pensamiento. Debían estar aniquilados, embrutecidos. ¿No sería más piadoso matarlos?».

Otra mujer estuvo destacada en este frente periodístico relatando lo que ocurría en una Europa que se devoraba a sí misma. Fue la gallega Sofía Casanova que residía en Polonia donde vivía con su marido, un diplomático y noble polaco. Sofía Casanova se implica rápidamente en la guerra dedicándose al cuidado de los heridos en los hospitales del frente y la retaguardia. Así se convierte en enfermera de la Cruz Roja, labor por la que fue condecorada por el zar Nicolás II con la Medalla de Santa Ana. Allí asiste al espectáculo terrible de los soldados que llegan destrozados de la guerra, mutilados por las heridas de las nuevas armas o con el shock de trinchera.